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Clientes difíciles: cómo poner límites sin sentirte culpable

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Queridi, ¿alguna vez has sentido que un cliente te chupa la energía más que el mismísimo Instagram en lunes por la mañana? Que te habla a cualquier hora, que te exige cosas fuera de lo acordado, que quiere “una cosita más” cada dos días, que te hace dudar de tus precios o tu profesionalidad…

Si estás asintiendo con la cabeza, tranquila: no estás sola. Y lo más importante: no estás obligada a soportarlo todo.

Hoy quiero hablarte de cómo poner límites con esos clientes difíciles, sin sentirte culpable ni dudar de tu valor. Porque ser profesional no es ser servil, y cuidar tu energía es parte de cuidar tu negocio.

¿Por qué cuesta tanto poner límites?

Porque nos han enseñado que “el cliente siempre tiene la razón”.
Spoiler: no. No la tiene.
Tiene derechos, sí. Pero tú también.

Y además, cuando estás emprendiendo, el miedo a perder oportunidades o a que hablen mal de ti te puede llevar a aceptar cosas que no deberías.

Poner límites no es rechazar al cliente. Es proteger tu trabajo.

Pero tu energía no es infinita. Y tu negocio no puede construirse desde la sobreexigencia ni la sumisión.

Tipos de clientes que ponen a prueba tu paciencia (y tu contrato)

Seguro que ya te has cruzado con alguno de estos:

La agenda líquida: cambia fechas, horarios, y espera que estés siempre disponible

El difuso: no sabe lo que quiere, pero te pide 15 revisiones

El invasivo: te escribe a todas horas, incluso domingos a las 22:30

El regateador: cuestiona tus tarifas, lo compara todo con Fiverr y quiere descuentos “porque será a largo plazo”

El encantador… hasta que firma: luego se transforma en exigente, impaciente o directamente grosero

No todos los clientes difíciles lo son porque sí. A veces simplemente no tienen claro tu marco de trabajo, porque tú no lo has comunicado desde el principio.

Y ahí es donde empieza la magia de poner límites claros.

Cómo establecer límites claros desde el inicio

Aquí no hay misterio: se trata de educar desde el primer contacto.

Sí, queridi, tú no solo vendes un servicio. También enseñas cómo se trabaja contigo.

Algunas ideas prácticas:

En tu propuesta o contrato, deja claro tu horario de atención y tiempos de respuesta

Define el número de revisiones, entregas o sesiones que incluye tu servicio

Usa un sistema profesional de seguimiento: calendario, herramientas, formularios

Crea una guía breve de bienvenida donde expliques cómo trabajar contigo (¡y cómo no!)

Si este punto te cuesta, te puede ayudar leer este artículo:
La magia de decir “no”: cómo rechazar proyectos que no alinean con tu visión

Qué hacer cuando ya estás dentro del bucle

¿Y si ya estás en medio del caos? ¿Si ese cliente ya cruzó la línea cuatro veces y tú aún no has dicho nada?

Respira. Aún puedes reconducir la situación.

Paso 1: Revisa lo que acordaste. Vuelve al email, al contrato o a lo que tengas por escrito

Paso 2: Comunica con calma y firmeza. No hace falta discutir ni justificarte. Puedes decir algo como:
“Para que el proyecto fluya mejor, vamos a volver al esquema que acordamos…”
“Como comentamos al principio, esto implicaría un coste adicional…”
“Para poder ayudarte mejor, necesito que respetemos los tiempos establecidos.”

Paso 3: Si no cambia, plantéate cerrar el ciclo. Sí, puedes dejar de trabajar con alguien si no te respeta. Y eso no te hace menos profesional. Te hace coherente.

Cómo decir que no sin parecer borde (y sin traicionarte)

El truco no es sonar dura. Es sonar clara y segura. Aquí tienes una plantilla de oro para usar sin miedo:

“Gracias por tu propuesta / comentario / idea. En este momento no puedo asumir más tareas fuera del alcance del servicio contratado. Si lo necesitas, puedo pasarte un presupuesto aparte para valorarlo.”

Así pones límites con elegancia y sin cargar con culpa.

¿Y si el siguiente paso es decidir por ti?

Queridi, este artículo no es para que te conviertas en una versión rígida de ti misma. Es para que recuerdes que tú marcas el tono, el ritmo y las condiciones de tu negocio.

Y eso no es ser egoísta.
Es ser dueña de tu espacio.
Es darte el respeto que esperas que otros te den.
Es volver a elegirte, con amor.

Así que cuéntame:
¿Hay algún cliente al que aún no le has dicho lo que necesitas decirle?
¿Hay alguna conversación pendiente que te dé paz solo de imaginarla resuelta?Ven a mi bandeja. Escríbeme

¿Dónde necesitas poner un límite que aún no te atreves a marcar?
Te leo, te acompaño y, si hace falta, lo escribimos juntas. Con claridad. Y con amor propio. 🍋

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